2 Jehová ama las puertas de Sión sobre todas las viviendas de Jacob. Aquí se nos enseña que toda la excelencia de la ciudad santa dependía de la libre elección que Dios había hecho de ella. Con esto concuerda con lo que se dice en Salmo 78:60, que Dios rechazó a Silo, la tribu de Efraín, y el tabernáculo de José, para que él pudiera morar en Sión que amaba. El profeta luego señala la causa por la cual Dios prefirió ese lugar antes que todos los demás; y la causa que él asigna no es el valor del lugar en sí, sino el amor libre de Dios. Si se exige por qué Jerusalén era tan distinguida, que esta breve respuesta se considere suficiente, porque agradó tanto a Dios. A esto se debe rastrear el amor divino como su fuente; pero el final de tal elección fue que podría haber algún lugar fijo en el que se preservara la verdadera religión, y se mantuviera la unidad de la fe, hasta el advenimiento de Cristo, y de la cual luego pudiera fluir a todas las regiones de la tierra. Esto, entonces, explica por qué el profeta celebra a Jerusalén como poseedor de la alta distinción de tener a Dios para su maestro de obras, su fundador y protector. Además, atribuye al favor divino y la adopción cualquier excelencia que poseía sobre otros lugares. Al poner Sión para Jerusalén, y las puertas para toda la brújula de la ciudad, hay una doble sinécdoque.

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