4 Te protegerá con sus alas. Esta figura, que se emplea en otras partes de la Escritura, es una que expresa maravillosamente el cuidado singularmente tierno con el que Dios vela por nuestra seguridad. Cuando consideramos la majestad de Dios, no hay nada que sugiera una semejanza como la que aquí se dibuja entre él y la gallina u otras aves, que extienden sus alas sobre sus crías para apreciarlas y protegerlas. Pero, en acomodación a nuestra enfermedad, no tiene escrúpulos para descender, por así decirlo, de la gloria celestial que le pertenece, y para alentarnos a acercarnos a él bajo una humilde similitud. Dado que condescendiente de manera tan amable con nuestra debilidad, seguramente no hay nada que nos impida acercarnos a él con la mayor libertad. Por la verdad de Dios, que, según el salmista, sería su escudo y escudo, debemos entender la fidelidad de Dios, como nunca abandonar a su pueblo en el momento de su necesidad; Sin embargo, no podemos dudar de que él tenía en su ojo las promesas divinas, ya que es solo al mirarlas que cualquiera puede aventurarse a arrojarse sobre la protección de Dios. Como, sin la palabra, no podemos disfrutar de esa Divina misericordia de la cual el salmista ya había hablado, ahora se presenta para dar testimonio en su nombre. Anteriormente, bajo la comparación de una fortaleza, había enseñado que al confiar en Dios disfrutaremos de la seguridad y la protección; ahora compara a Dios con un escudo, insinuando que se interpondrá entre nosotros y todos nuestros enemigos para preservarnos de sus ataques.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad