La “salvación” (o, si se presiona ἡ, la salvación que disfrutamos) debe atribuirse “a nuestro Dios y al Cordero”. La naturaleza subordinada de los siete espíritus ( Apocalipsis 1:4 ; Apocalipsis 4:5 ) se muestra por el hecho de que no se les ofrece ningún elogio a lo largo del Apocalipsis, aunque en la teología iraní (Bund. xxx. 23): “todos los hombres se vuelven de una sola voz y alabar en voz alta a Aûharmazd y a los arcángeles en el universo renovado”.

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