ὁ λύχνος, etc., la lámpara del cuerpo es tu ojo. Este pensamiento en conexión con el anterior podría llevarnos a esperar algún comentario sobre la colocación adecuada de la lámpara del cuerpo, pero el discurso procede a hablar del ojo único (ἁπλοῦς) y del mal (πονηρὸς). La conexión radica en los efectos de estas cualidades. El ojo único, como una lámpara bien colocada, da luz; el mal de ojo, como una lámpara debajo de un celemín, lo deja a uno en la oscuridad. Sobre estos atributos del ojo vide comenta sobre Mateo 6:22-23 .

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Antiguo Testamento