versión 14. Después de esta exhortación, bien entendida, viene muy natural y adecuadamente el encargo de este versículo: el buen depósito guárdalo por el Espíritu Santo que mora en nosotros. El buen depósito, o cosa buena que se le ha confiado, no es más que el esquema de la doctrina y del deber divinos, que había recibido en depósito como creyente y evangelista, y cuyo tipo vivo se había formado en su corazón por las palabras apostólicas. tantas veces había escuchado.

Está llamado a guardar o guardar esto (φύλαξον); pero no como en su propia fuerza y ​​sabiduría, sino a través de la morada del Espíritu Santo. De modo que no hay inconsistencia entre lo que se le cobra a Timoteo con respecto a su depósito, y lo que el apóstol se representó a sí mismo como haciendo con respecto a su propia confianza en la fidelidad y el poder de Dios para guardarlo. En ambos casos igualmente, la tutela efectiva era de Dios, la seguridad de una salida segura y triunfante estaba en su relación personal con Él; pero la protección de Dios, en su caso como en todos los demás, tenía la del hombre como su necesaria contrapartida sólo por esto podía esperarse con justicia que se realizara.

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