“Pero si el incrédulo se aparta, que se vaya; un hermano o una hermana no está sujeto a servidumbre en tales cosas; mas a paz nos llamó Dios. 16. Porque ¿qué sabes tú, oh esposa, si salvarás a tu marido? y ¿cómo sabes tú, oh hombre, si has de salvar a tu mujer?

La regla a seguir en este caso se da en 1 Corintios 7:15 ; la razón sigue en 1 Corintios 7:16 . La esposa cristiana debe en este caso consentir en una separación a la que no puede negarse sin enfrentarse a incesantes conflictos.

La palabra, que se vaya , echa toda la responsabilidad sobre el no creyente. La expresión ἐν τοῖς τοιούτοις podría significar, en tales circunstancias (el rechazo del cónyuge pagano). Pero el plural lleva más naturalmente al sentido, en tales cosas, en esta clase de asuntos. El apóstol sin duda está pensando en el elemento transitorio en las relaciones terrenales en general, en comparación con los intereses eternos que son los únicos que pueden atar absolutamente al creyente.

Probablemente ya tiene en vista las otras relaciones análogas con las que procede a tratar en este sentido de 1 Corintios 7:17 . Las palabras ἐν εἰρήνῃ, en paz , a menudo se han entendido como si fueran εἰς εἰρήνην, “a la paz”. Pero si esto había sido idea de Pablo, ¿por qué no expresarse así? Quiere decir más bien que el llamado a la fe que aceptaron tuvo desde el principio un carácter pacífico, porque consistía en la oferta de la paz con Dios; y en consecuencia, el sello de la paz debe estar impreso en toda su conducta terrenal.

Crisóstomo consideró esta última observación como destinada a restringir la libertad de separación concedida en las palabras anteriores; en este sentido: “Sin embargo, considera bien que a la paz te ha llamado tu Maestro, y mira aún si no podrías mantener la unión”. Pero como dice Edwards, si el no creyente ha dejado al cristiano, ¿cómo es posible exhortar a este último a vivir en paz con el primero? ¿No está claro que, al persistir en imponer su presencia, la esposa cristiana se pondría directamente en contradicción con el espíritu de paz? Pues esta conducta no podía dejar de desembocar en un estado de guerra perpetua.

El δέ es adversativo: pero. Se contrapone a la sujeción, que se niega, al deber de vivir en paz, que se afirma. Uno también podría, como Beet, traducir el δέ en el sentido de, y además; esto daría una gradación: “Y no sólo no estáis sujetos en este caso..., sino que además hay un deber de...”

La cuestión difícil con respecto a este versículo es determinar si el no estar bajo servidumbre incluye, además del derecho de separación, el de volver a casarse para el cónyuge cristiano. Edwards cita el hecho de que esta fue la opinión de Ambrosiaster, mientras que el Concilio de Arles (314) decidió la cuestión en sentido contrario. Entre los protestantes, la deserción maliciosa , tal es el nombre judicial de la χωρίζεσθαι por parte de uno de los cónyuges, se considera en general como equivalente al adulterio y, en consecuencia, como que autoriza un nuevo matrimonio.

No creo que sea posible exegéticamente, como propone Edwards, decidir la cuestión en este último sentido, pues, como observa Meyer, el οὐ δεδούλωται simplemente autoriza la separación, sin contener, ni explícita ni implícitamente, la idea de una nueva unión . En cualquier caso, en aplicación a nuestras circunstancias actuales, no debe olvidarse que la separación entre un cónyuge cristiano y un pagano no está sujeta a las mismas condiciones que la separación entre dos cónyuges cristianos. Para estos últimos, la regla ha sido dada, y eso por el Señor mismo, 1 Corintios 7:10-11 .

Las dos preguntas de 1 Corintios 7:16 han sido frecuentemente entendidas, desde Crisóstomo hasta Tholuck, en un sentido opuesto a la libertad de separación: “¿Qué sabes tú, si no salvarás...?” Edwards ha probado con varios ejemplos, tomados del griego clásico, la posibilidad gramatical de tomar εἰ en el sentido de si; borrador

además en la LXX. Joel 2:14 ; Jonás 3:9 . Pero, como bien dice, el contexto se opone decididamente a esta interpretación. Asumiría el significado de la proposición anterior que nos hemos visto obligados a rechazar; y así entendido, el dicho exigiría del cristiano, con miras a un resultado muy problemático y casi imposible por el rechazo de la cohabitación por parte del cónyuge pagano, un sacrificio del todo desproporcionado.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento

Nuevo Testamento