. os escribo, hijitos. Elogiando lo que había dicho a los varios grados a los que se dirigió. Los coloca en tres clases según sus respectivas edades. Los felicita por el don del Evangelio que han recibido y los exhorta a perseverar y progresar en él. Los niños representan principiantes o neófitos; los jóvenes, los que avanzan; los viejos, los que son perfectos.

Y así sugiere que los cristianos deben avanzar en la virtud, como avanzan en años. Clemens, Œcumenius y otros adoptan este punto de vista, aunque S. Agustín sostiene que estos tres términos se aplican por igual a todas las clases; que son llamados hijos como recién nacidos en el bautismo, padres como reconociendo a Cristo como su Padre y Anciano de Días, y jóvenes porque son fuertes. Pero el primer significado parece el más simple.

Porque vuestros pecados , en los que sois propensos a caer, os son perdonados , en el bautismo, por causa de Su Nombre , es decir, por causa de Cristo, o bien por nuestra invocación del Nombre de Cristo, o bien por la autoridad y el poder de Cristo. Porque así son perdonados los pecados por su gracia y méritos.

Moralmente . San Juan enseña aquí que hay que tener mucho cuidado en la formación de los niños. (Aquí da como ejemplo el caso del joven que confió a un obispo.) Porque toda la regulación de nuestra vida depende de la educación de nuestra niñez. S. Ignacio, en consecuencia, fundó escuelas para tal formación. Véase Rebadeneira en su vida ( lib. iii . cap. 24), donde cita a muchos Padres, Concilios y Filósofos.

Místicamente . San Agustín ( de Vera Relig. cap. 26) describe las siete edades de un hombre justo. Primero bebe en las lecciones y ejemplos de la historia, luego olvida las cosas de la tierra, y busca las cosas divinas, y se esfuerza por alcanzar la regla de vida más alta e inmutable, luego, por los pasos de la sabiduría, procede más audazmente, uniendo su apetito carnal a la fuerza de la razón, y regocijándose interiormente con una especie de alegría conyugal, cuando el alma está unida a la mente, y está tan cubierta con el velo de la modestia que ya no se ve obligada a vivir rectamente, sino incluso a deleitarse en el pecado , aunque todos podrían permitirlo.

Y en cuarto lugar, actúa así de una manera más audaz y ordenada, resplandeciendo en el hombre perfecto y haciéndose más capaz de soportar todas las persecuciones y tempestades de este mundo e incluso quebrantar su fuerza. En quinto lugar, estar en calma y tranquilidad, gozando en todo sentido de la más alta e inefable sabiduría; y en sexto lugar, un giro completo a la vida eterna, y un completo olvido de esta vida temporal, y un paso a la imagen y semejanza perfecta de Dios.

La séptima edad es la del descanso eterno, que no se distingue por ninguna etapa diferente de crecimiento. Versión 13. . os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Los padres, lo sabemos, están orgullosos de su experiencia; y por eso los felicita debidamente por haber conocido al Anciano de Días, que es desde la eternidad. Porque, como dice S. Agustín, "Cristo es nuevo en la carne, pero antiguo en su Deidad". Él agrega: "Acordaos, vosotros que sois padres, si os olvidáis de Aquel que es desde el principio, habéis perdido vuestra paternidad".

Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Pasa a esa etapa de la vida que se regocija en su fuerza y ​​está llena de concupiscencia. Los felicita por haber vencido al maligno, pues se dirige a jóvenes cristianos que viven cristianamente, como S. Inés, S. Lucía, S. Águeda, y tantos otros, o aquel joven del que S. Jerónimo habla (en la vida de Pablo, el primer ermitaño), quien cuando fue tentado por una ramera a pecar, se mordió la lengua y se la escupió en la cara, y así por la intensidad del dolor superó el sentimiento de lujuria.

Esta fuerza y ​​esta victoria fueron impulsadas por Cristo. Véase 1 Corintios 15:57 . Y S. Agustín ( in. loc .) dice: "Si el maligno es vencido por los jóvenes, pelea con nosotros. Pelea, pero no vence. ¿Es porque somos fuertes, o porque Él es fuerte en nosotros, ¿quién fue hallado débil en manos de sus perseguidores? Nos ha fortalecido a quienes no resistimos a sus perseguidores, pues en debilidad fue crucificado, pero vive por el poder de Dios”. ( 2 Corintios 13:4 ).

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