No ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en Mí por las palabras de ellos. Hasta este punto, Cristo oró por los Apóstoles y por aquellos que fueron inmediatamente convertidos por ellos. Ahora Él ora por toda la Iglesia, y por todas las futuras generaciones de cristianos, porque Él es su Padre y Patriarca, Rey y Príncipe, Pontífice y Jerarca. A todos estos (dice Toletus) Cristo como hombre los contempló en la Esencia Divina, tan clara y perfectamente como si estuvieran presentes, o tal vez fue por conocimiento infuso.

Porque era esto último lo que pertenecía a Cristo como hombre, en cuanto que Él era simplemente un viajero (viator); mientras que la vista de la Esencia Divina sería suya, no como viajera, sino como beatificada. Así Suárez. Con ese conocimiento entonces nos miró uno por uno, y a todos los fieles que de allí en adelante nacerían, y para todos y cada uno pidió y obtuvo de Dios la gracia que convenía a cada uno. Y es por la fuerza de esta oración, que los fieles, cada uno en su día, obtienen de Dios todas sus bendiciones.

Rezó entonces por todos los Mártires, todos los Doctores de la Iglesia, por todas las Vírgenes. Él los trajo a todos separadamente al nacimiento como Sus propios Benjamín, y por lo tanto cada cristiano debe dar gracias ilimitadas a Cristo por esos Sus dolores de parto, y devolver amor por amor, sangre por sangre, muerte por muerte.

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