No tengo un demonio, &c. Como verdad amorosa, Él niega la falsa acusación, pero aunque todopoderoso, no devuelve su reproche. “Dios, aunque recibe una injuria, no responde con palabras de desprecio; y tú, cuando eres insultado por tus vecinos, debes abstenerte de sus malas palabras, para que el ejercicio de la reprensión justa no se convierta en armas de ira”. Y Crisóstomo, "Cuando fue necesario enseñar, y vituperar contra su orgullo, Él fue severo.

Pero al soportar a los que le reprochaban, ejerció una gran dulzura, para enseñarnos a resentir cualquier daño hecho a Dios, a pasar por alto los daños causados ​​​​a nosotros mismos ". Y S. Agustín: "Imitemos su paciencia, para que podamos alcanzar a sus poderes".

Cristo no hizo caso del término samaritano , porque era un reproche dirigido solo contra sí mismo, y no contra Dios. Por lo tanto, rehusó vengar sus propios errores, sino que defendió el honor de Dios. Todos sabían que era galileo, y no samaritano, y al decir que no tenía demonio, refutó al mismo tiempo la acusación de ser samaritano. Porque los samaritanos, como cismáticos, eran esclavos del diablo.

S. Gregory (Hom. xviii.) da una razón mística para su silencio. "Un samaritano", dice, "significa un guardián, y Él es verdaderamente nuestro guardián, de quien habla el salmista: 'Si el Señor no guarda la ciudad, en vano velan los que la guardan' (Sal 127:2); de quien además dice Isaías: 'Centinela, ¿qué hay de la noche?' Por lo tanto, no diría: 'No soy samaritano', para no negar también que Él era nuestro guardián".

No tengo un demonio. Pero tienes uno. Lejos de desmerecer la gloria de Dios, o reclamarla para Mí mismo, como lo hizo Lucifer, honro continuamente al Padre y digo que todo lo saco de Él, que soy enviado de Él, que le obedezco en todo, que Refiero todo lo que tengo a Él, y dirijo todo a Su honra y gloria. Antes bien, deshonráis a Dios Padre, porque me deshonráis a mí y me asecháis con los más amargos reproches, siendo yo su Hijo y su embajador en el mundo. Entonces Leoncio. Otros lo explican más generalmente del pecado. Honro a mi Padre con buenas obras, vosotros lo deshonráis con vuestros pecados. Así S. Agustín.

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