Y en esos días los hombres buscarán la muerte ... - Vea las notas en Apocalipsis 9:5. Es muy fácil concebir tal estado de cosas como se describe aquí, y, de hecho, esto no ha sido muy raro en el mundo. Es un estado donde la angustia es tan grande que la gente consideraría la muerte como un alivio, y donde esperan ansiosamente el momento en que la muerte puede liberarlos de sus sufrimientos. En el caso que tenemos ante nosotros, no se insinúa que se impondrán violentamente, ni que tomarán medidas positivas para poner fin a sus sufrimientos; y esto, tal vez, puede ser una circunstancia de cierta importancia para mostrar que las personas mencionadas eran siervos de Dios. Cuando se dice que "buscarían la muerte", solo puede significar que la buscarían, o la desearían, como el fin de sus penas. Esto es descriptivo, como veremos, de un período particular del mundo; pero el lenguaje es bellamente aplicable a lo que ocurre en todas las edades y en todas las tierras.

Siempre hay un gran número de pacientes que esperan la muerte como un alivio. En celdas y mazmorras; en lechos de dolor y languidez; en escenas de pobreza y carencia; Con esperanzas arruinadas y afectos decepcionados, ¡cuántos hay que estarían contentos de morir, y que no tienen la esperanza de un final de sufrimiento sino en la tumba! Unos pocos, por la pistola, por el cabestro, por veneno o por ahogamiento, buscan así poner fin a sus penas. Una gran parte espera la muerte como una liberación, cuando, si se supiera la realidad, la muerte no proporcionaría tal alivio, ya que hay problemas más profundos y más largos más allá de la tumba que este lado. Compare las notas en Job 3:20. Pero, en parte, la muerte será un alivio. Será un fin de sufrimientos. Encontrarán paz en la tumba, y están seguros de que no sufrirán más. Estos soportan sus pruebas con paciencia, porque el final de toda tristeza para ellos está cerca, y la muerte vendrá para liberar sus espíritus de la arcilla que sufre, y para llevarlos triunfalmente a un mundo donde nunca se sentirá una punzada, y un la lágrima nunca se derrama.

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