¿Te abstendrás de ti mismo - ¿Te negarás a venir en nuestra ayuda? ¿Te negarás a visitarnos y salvarnos de nuestras calamidades?

¿Guardarás tu paz? ¿No hablarás por nuestro rescate y nos mandarás a ser liberados? Así cierra este capítulo de gran ternura y belleza. Es un modelo de súplica cariñosa y sincera por la interposición divina en el día de la calamidad. ¡Con tan fervorosa y afectuosa seriedad podemos aprender a suplicarle a Dios! De este modo, que toda su gente aprenda a acercarse a él como Padre: así sientan que tienen el privilegio inestimable, en tiempos de prueba, de dar a conocer sus necesidades al Altísimo y al Santo. Así, cuando la calamidad nos presiona; cuando como individuos o como familias estamos afligidos; o cuando nuestro país o la iglesia está sufriendo bajo largas pruebas, podemos acudir a Dios y confesar humildemente nuestros pecados, e instarle a sus promesas, y tomar su fuerza, y rogarle que intervenga. Así suplicando, nos oirá; presentando así nuestra causa, él intervendrá para salvar.

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