Las mujeres en Israel no habían disfrutado, hasta el momento presente, de ningún derecho distintivo de herencia. Sin embargo, un padre, tanto si le habían nacido hijos como si no, tenía el poder, antes o después de su muerte, de hacer que parte de su patrimonio pasara a una hija; en cuyo caso su marido se casaba con su familia en lugar de ella con la suya, y los hijos eran considerados como parte de la familia de la que procedía la herencia.

Así Maquir, antepasado de Zelofehad, aunque tuvo un hijo, Galaad, dejó también, como es probable, heredad a su hija, mujer de Hezrón, de la tribu de Judá, en virtud de lo cual sus descendientes, entre los cuales estaba Jair, fueron contados como pertenecientes a la tribu de Manasés ( ; ff).

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