El sentido es: Por cuanto quitarle la vida a otro hombre por cualquier medio es asesinato, y expone al asesino a la pena de represalia; así que, si el hecho se hace en hostilidad, es en verdad un asesinato real, y el asesino será muerto; pero si no se hace en hostilidad, entonces la congregación se interpondrá para detener la mano del vengador.

Cuando se encuentre con él - Siempre y cuando, por supuesto, no tenga una ciudad de refugio.

Aquí se contempla el caso del asesino inocente. En caso dudoso, necesariamente tendría que haber una decisión judicial sobre la culpabilidad o inocencia de la persona que reclama el derecho de asilo.

El homicida estaba a salvo solo dentro de los muros de su ciudad de refugio. Se convirtió en un virtual exiliado de su hogar. Las disposiciones aquí hechas sirven para marcar la gravedad del acto de homicidio, aun cuando no sea premeditado; y los inconvenientes que les acompañaban recaían, como es justo y equitativo, sobre el que cometió el hecho.

Hasta la muerte del sumo sacerdote - La muerte expiatoria del Salvador proyectó su sombra sobre el libro de estatutos de la Ley y sobre los anales de la historia judía. El sumo sacerdote, como cabeza y representante de toda la familia escogida de mediadores sacerdotales, como encargado exclusivo de algunas de las principales funciones sacerdotales, como el único privilegiado de hacer expiación anual dentro del lugar santísimo, y de ganar, del misterioso Urim y Tumim, revelaciones especiales de la voluntad de Dios, fue, preeminentemente, un tipo de Cristo. Y así, la muerte de cada sumo sacerdote sucesivo presagiaba la muerte de Cristo por la cual los cautivos debían ser liberados y el recuerdo de las transgresiones hecho cesar.

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