¿Qué te sucedió, oh mar, que huiste? ... - literalmente, "Qué a ti, oh mar", etc. Es decir, qué influyó ¿Qué te asustó? ¿Qué te asustó tanto y te causó tanta consternación? En lugar de declarar la causa o la razón por la que se sintieron consternados, el salmista usa el lenguaje de la sorpresa, como si estos objetos inanimados hubieran sido golpeados por un terror repentino, y como si fuera apropiado pedir una explicación de ellos mismos con respecto a conducta que parecía tan extraña.

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