"El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo pronto". Y Juan responde: "Amén, sí, ven. Señor Jesús".

Esta venida, a mi humilde juicio, no tiene ninguna referencia a la segunda venida personal técnica de Cristo, de lo contrario no se describiría como "pronto" y como algo que en los días de Juan "debe suceder pronto".

Creemos que Cristo vendrá de nuevo, creemos que la venida será personal, pero afirmamos que es una interpretación inexacta y poco académica aplicar estos pasajes en Apocalipsis a ese evento. Pero el "venir pronto" evidentemente se refería a eventos en el primer plano inmediato de Juan, y que se referían a las iglesias a las que dirigió estas palabras. La verdadera reverencia por las Escrituras buscará entenderlas en el significado previsto por el escritor, y buscará darles la interpretación que es evidente y natural desde el punto de vista del escritor. El expositor sabio se aferrará a esta sana regla de interpretación.

El juicio sobre los perseguidores judíos y romanos, y la vindicación de los santos perseguidos se alinean muy naturalmente con el significado de "venir pronto" y con la respuesta de Juan: "Sí, ven, Señor Jesús".

Así cerramos este libro del Apocalipsis tan lleno de advertencias solemnes y juicios espantosos, aptos para llenarnos a todos de asombro e infundir temor en el corazón del pecador impenitente. Pero a través de todo el trueno de la condenación y el humo del juicio, leemos la lección de esperanza y alegría. El optimismo más elevado surge del estudio de estas escenas solemnes.

¿Quién puede perderse la lección de que los enemigos de Dios y de la iglesia están condenados a caer; pero que la causa de Cristo es siempre y en todas partes triunfante, que el Dios omnipotente está del lado de su iglesia y ninguna arma forjada contra ella prosperará; pero a través de todas las revoluciones y persecuciones y disoluciones de la tierra y el tiempo él la sacará triunfante y se la presentará a sí mismo como una iglesia gloriosa que no tendrá mancha ni arruga ni cosa semejante.

Cada juicio registrado en el libro de Apocalipsis significa victoria para la iglesia de Dios, y el fin del destino beatífico de la nueva Jerusalén donde ellos serán su pueblo y él será su Dios.

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