1 Timoteo 3:6 . No un novato. No se refiere a la inexperiencia general, sino especialmente al estado de uno recién plantado en la Iglesia por conversión, y aún más definitivamente por el bautismo.

Levantado con orgullo. Mejor, ' enloquecido ' o 'enturbiado'. La explicación comúnmente dada de la palabra (τυφωθεὶς) la conecta con τ ῡ ρος, como humo o niebla, oscureciendo o atenuando nuestra percepción de las realidades. Hay evidencia suficiente de que la palabra se usó así tanto en el griego anterior como en el posterior. Me inclino, sin embargo, a sugerir que San Pablo usó el término con un significado más técnico y definido.

La palabra τ ῡ ρος (el original de nuestro moderno 'tifus') había llegado a usarse, desde Hipócrates en adelante, para describir una clase particular de fiebre, de la cual el estupor o el delirio eran síntomas característicos, y esto parece ser precisamente lo que San Pablo tiene a la vista. El neófito elevado repentinamente al poder se excita como por la fiebre de la autoridad y, como decimos, "pierde la cabeza". Es probable que la palabra, por su historia, le resultara familiar a San Lucas y, por lo tanto, ocupa su lugar en la inducción que tiende a mostrar que la relación con él influyó en la fraseología de las epístolas posteriores de San Pablo.

La condenación del diablo. Gramaticalmente en griego, como en inglés, las palabras son ambiguas y pueden significar (1) el juicio que dicta el diablo; o (2) el juicio dictado sobre él. La analogía de 'la trampa del diablo' en el versículo siguiente, hasta donde llega, está a favor de (1), pero es superada por la analogía general de la Escritura, en la que el diablo siempre está, como la palabra διάβολος implica, el acusador y el calumniador, pero no el juez, del hombre.

Aceptando (2), por lo tanto, las palabras implican una referencia a la visión rabínica de la historia de Satanás, cómo, creado en perfecta excelencia, su primer acto (aquí viene el paralelismo con el novicio) fue admirarse a sí mismo, y así, febril de ambición, aspirar a la igualdad con Dios, y así traer sobre sí mismo la sentencia de condenación.

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