SOBRE LOS MILAGROS DE NUESTRO SEÑOR. La palabra griega traducida milagro significa literalmente 'poder'; la idea de maravillarse subyace a nuestra palabra milagro. Por lo tanto, un milagro es una maravillosa demostración de poder; el sentido especial es el de una exhibición de poder 'sobrenatural'. Esto no significa contranatural, sino simplemente la sobrevenida de una ley natural por la voluntad de un Dios Personal, independiente y superior a la naturaleza.

La operación de la voluntad humana proporciona una analogía. La existencia de un Dios Personal incluye la posibilidad de milagros. La analogía de la voluntad humana sugiere la existencia de un motivo para el ejercicio del poder milagroso, y la existencia de tal motivo implica la necesidad de los milagros. Este motivo se encuentra en el propósito de Dios de revelarse como un Espíritu superior al mundo, para que los hombres perdidos puedan volver a Él.

Los milagros de nuestro Señor fueron obrados para confirmar y sellar Su ministerio como Salvador de los hombres; en cada caso particular, sin embargo, para enseñar una lección especial relacionada con nuestra salvación. El gran milagro es la Persona de Cristo, a quien conocemos, en quien confiamos, a quien amamos. Todos los demás milagros registrados no sólo son posibles, sino en cierto sentido necesarios, si esa Persona Humana Divina existiera. Dios puede ejercer su poder milagroso según una ley superior, de modo que lo sobrenatural es, en su esfera, natural; pero esta ley y los medios utilizados son igualmente desconocidos para nosotros.

Sin embargo, la Persona de Cristo, el mayor de los misterios, es la clave de la ley moral del ejercicio del poder sobrenatural. La alternativa es ahora más clara que nunca, el Redentor personal viviente que sella Su misión con demostraciones de poder milagroso, o Naturalismo en blanco, que, al negar los milagros de Cristo, pronto niega a Dios y la esperanza que le queda al hombre. Como el Sermón de la Montaña es un golpe al fariseísmo, estos Capítulos se oponen al saducismo.

CONEXIÓN. La 'procesión solemne de los milagros' que se encuentra en los caps. 8 y 9 confirma que la 'autoridad' descubierta en el Sermón del Monte El orden de Mateo no es cronológico, sino tópico como de costumbre. La lección del milagro gobierna su posición en la narración.

CRONOLOGÍA. Según Marcos y Lucas, primero tuvo lugar la curación de la madre de la mujer de Pedro y de muchos otros en la tarde del mismo día; luego, después de un intervalo, la curación del leproso; mientras que la curación del criado del centurión, según el relato más detallado de Lucas, ocurrió mucho más tarde. La razón del orden seguido en este capítulo es obvia: Mateo coloca en lugar destacado y juntos los dos milagros realizados en personas consideradas impuras según la ley mosaica.

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