Cuando se nos llame para administrar reproches, o para proclamar la terrible condenación de los incorregiblemente malvados, aunque debemos esforzarnos por hacerlo con fidelidad, también debemos hacerlo con afecto, y de todas las formas apropiadas mostrar que no surge de la enemistad o la indiferencia, pero del amor; y que es nuestro ferviente deseo que incluso nuestros mayores opositores puedan comportarse de esa manera, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ellos ahora y para siempre. Amén.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento