Esta gracia administrada por nosotros ; el regalo o contribución que el apóstol había obtenido, y que debía llevar a Jerusalén. Las iglesias tienen derecho a elegir no solo a sus ministros, sino también a las personas que recibirán y distribuirán sus contribuciones: y aquellos a quienes se les confían fondos de caridad no solo deben ser fieles en su aplicación de ellos, sino que deben demostrar que lo son; y así evitar la apariencia y, en la medida de lo posible, la sospecha del mal, para que su influencia para el bien no se vea afectada por el aumento.

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Antiguo Testamento