Los ministros del evangelio a veces están expuestos a un gran temor y depresión de espíritu. Pero Dios puede animarlos y protegerlos. Quiere que recuerden que entre sus opositores puede haber muchos que serán sus más cálidos amigos; y que por la perseverancia y la fidelidad en la predicación del evangelio, puedan ser instrumentos en la preparación para un sobreabundante y eterno peso de gloria.

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Antiguo Testamento