Cristo no sólo llama a sus ministros, sino que les asigna los lugares y condiciones en que han de trabajar. Estos pueden ser muy diferentes de lo que ellos, si se les dejara a sí mismos, seleccionarían; sin embargo, los ordena con sabiduría, y si sus siervos siguen sus instrucciones, los hará tan útiles como mejor promuevan su gloria y el mayor bien de su reino.

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Antiguo Testamento