Conozco a mis ovejas y las mías me conocen ; el conocimiento de Cristo y de su pueblo es mutuo, y es un conocimiento de profundo amor e interés. La unión entre Cristo y su pueblo es íntima e indefectible. Se parece, en muchos aspectos, a la que existe entre el Padre y el Hijo. Es el fruto del Espíritu, y todas las personas en la Deidad están comprometidas a perpetuarlo, aumentarlo y hacerlo eterno.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad

Antiguo Testamento