Como el gobierno civil es una ordenanza de Dios, establecida para la protección de los inocentes y la condenación y castigo de los culpables, los magistrados que, contra la evidencia, absuelven a los culpables y condenan a los inocentes, son una abominación al Señor. La injusticia al amparo de la ley es maldad agravada. Los falsos testigos y los jueces corruptos merecen, y sin arrepentimiento recibirán la condenación más terrible.

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