Dios a veces permite que sucedan cosas que son violaciones de sus leyes, y da instrucciones adecuadas para disminuir en alguna medida los males de esas violaciones, mientras que los hombres perversamente continúan complaciéndolas. Esto, sin embargo, no debe interpretarse como si él aprobara esas violaciones o no requiriese que se eliminaran.

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