El amo de la casa ; quien aquí representa a Jesucristo. Como no sabemos el tiempo de nuestra muerte, y nadie puede revelarnoslo, el deber y el interés exigen que vivamos de tal manera que estemos siempre listos. Entonces, ya sea que muramos repentinamente o después de una enfermedad prolongada, tan pronto como estemos "ausentes del cuerpo", estaremos "presentes con el Señor", contemplando su gloria y regocijándonos en la plenitud de su amor.

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