Cualquiera que haga la voluntad de mi Padre, es mi hermano , y hermana , y madre ; mis más íntimos y queridos familiares y amigos. Estas palabras contienen un silencioso pero poderoso reproche al idólatra honor que muchos rinden a la madre de nuestro Señor. Ningún afecto que haya existido o pueda existir entre amigos terrenales, iguala en ternura y fuerza al que subsiste entre Cristo y los que hacen la voluntad de su Padre.

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