Si los fariseos fueran simplemente ignorantes, pero confesaran su ignorancia y estuvieran dispuestos a aprender, no serían culpables. Lo que los hace tan culpables es que, aunque ignorantes, se consideran sabios y se niegan a aprender el camino de la vida. Todavía están buscando la justicia de la ley, en lugar de la justicia de Dios.

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