La huida de los cristianos antes de la caída de Jerusalén.
15. La abominación desoladora
] es decir, la abominación que asola el templo, al hacer que Dios lo abandone ( Daniel 9:27 ). Se refiere a algún evento definido, porque es la señal de una fuga instantánea ( Mateo 24:16 ). Ocurrirá antes de la caída de Jerusalén, y en "el lugar santo", es decir, en esa parte del templo, a la que solo los sacerdotes podían entrar. El único evento que responde a esta descripción es la captura del Templo por los Zelotes, o Asesinos, 66 o 67 d.C., y las abominaciones que siguieron. Los zelotes convirtieron el templo en un campamento, lo profanaron con sangre, hicieron una criatura de su propio sumo sacerdote y finalmente hicieron que cesaran los sacrificios diarios.

La versión de San Lucas, 'cuando veáis a Jerusalern rodeada de ejércitos', no es una interpretación de 'la abominación desoladora', sino otra señal fuera de Jerusalén, que tuvo lugar al mismo tiempo que la desolación interior. Jerusalén estaba rodeada de ejércitos, (1) en el 66 dC por las tropas de Cestio Galo; (2) en el 68 dC por los de Vespasiano; (3) en el 70 dC por los de Tito. La primera inversión es la señal de vuelo de St. Luke. Poco después de esto, los zelotes se apoderaron del templo y la ciudad, vigilaron las puertas e impidieron que todos escaparan. La profecía de Daniel se refería originalmente a la profanación del templo por Antíoco Epífanes, 169-168 a. C., pero su aplicación a los eventos del 66 al 70 d. C. es muy adecuada.

Otras opiniones sobre la naturaleza de la 'abominación desoladora' dignas de mención son que son, (1) las águilas romanas, o estandartes; (2) una estatua de Tito erigida en el sitio del Templo; (3) la aparición del Anticristo al fin del mundo: cp. 2 Tesalonicenses 2:4 .

Quien lea, entienda ] no 'el que lea al profeta Daniel entienda', porque la referencia a Daniel está ausente en San Marcos (ver RV), sino 'el que lee esta profecía de Cristo, entienda'. La ocurrencia en ambos evangelistas es una prueba de que la autoridad común usada por San Mateo y San Marcos no era la tradición oral, sino un documento escrito.

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