A ellos también el rey David dedicó al Señor No solo el botín de sus enemigos, sino también los regalos de sus amigos, los dedicó a Dios y depositó para la construcción y el enriquecimiento del templo. Por tanto, debemos honrar a Dios con aquello con lo que nos bendice. Y, en verdad, eso es lo nuestro más verdaderamente y más confortablemente nuestro, que hemos consagrado al Señor y que usamos para su gloria. Que nuestra mercadería y nuestro salario sean santidad para el Señor.

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