Y uno respondió y dijo: ¿Pero quién es su padre? Esta maravilla quedó satisfecha cuando una persona prudente entre ellos preguntó: ¿Quién es el padre de todos esos profetas entre los cuales Saúl era ahora uno? ¿Quién les instruye e inspira sino Dios? No tienen este don de sus padres, ni de su educación, sino por inspiración de Dios, quien, cuando le plazca, puede dárselo a Saúl oa cualquier otro hombre, y así hacerlo profeta sin la ayuda de ningún otro maestro; como lo hizo con Amós, que no era profeta, ni hijo de profeta, sino pastor y recolector de frutos de sicómoro. Y por lo tanto, no se maravillen de este asunto, sino den a Dios la gloria. De ahí que se convirtiera en un proverbio que se usaba cuando sucedía algo extraño o inesperado.

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