Cortó una vara y la arrojó allí. Indudablemente, esto se hizo sin otro propósito que llamar la atención de los espectadores y hacer más evidente que el hierro se hizo nadar sólo por el poder divino; porque el echar la vara no podía contribuir más que echar sal en los manantiales de Jericó para la curación de las aguas, el manto de Elías para la división del Jordán, o el barro, puesto por Jesucristo sobre los ojos. del ciego, para que recobre la vista. Estos medios inadecuados se emplearon en estas ocasiones sólo para exponer más plenamente la realidad y la grandeza de los milagros.

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