Por tanto, hice un decreto para traer a los sabios como lo hizo antes, en una ocasión similar; pero no me dieron a conocer la interpretación. Aunque me habían prometido con gran confianza, cuando se les consultó antes, con respecto a su sueño anterior, que si se les contaba, sin falta lo interpretarían. Pero la clave de este sueño estaba en una profecía sagrada, que no conocían, a saber, Ezequiel 31:3, etc., donde se compara al monarca asirio, como lo está aquí Nabucodonosor, con un árbol cortado por su orgullo. Si hubieran leído y considerado ese registro divino, tal vez hubieran descubierto el misterio de este sueño. Pero la Providencia lo ordenó así, para que primero estuvieran confundidos con él, para que la interpretación de Daniel después pudiera redundar en la gloria del Dios de Daniel.

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