El Señor no te ha dado corazón para percibirLo que él habría hecho si usted lo hubiera deseado y pedido sincera y seriamente; y es imperdonable que no lo haya hecho, considerando sus misericordias señaladas por un lado, y los terribles juicios por el otro, de los cuales ha tenido tan gran experiencia, y que los exhortó en voz alta a humillarse ante él en verdadero arrepentimiento, y busque su gracia para que pueda comprender y mejorar mediante tan extraordinarias dispensaciones y obras maravillosas. Porque no habla así para disculpar su maldad, sino para dirigirlos a quienes deben recurrir para una buena comprensión de las obras de Dios; e insinuar que aunque el oído que oye y el ojo que ve son obra de Dios, el hecho de que no los tuvieran era culpa suya, y el justo castigo de sus pecados anteriores; su caso actual es como el de ellos en la época de Isaías, que primero cerraron sus propios ojos y oídos para no ver ni oír, y no entenderían, y luego, por el justo juicio de Dios, cerraron los ojos y oídos para que no vieran, oyeran y entendieran. La disposición de Dios para hacernos bien en otras cosas, es una clara evidencia de que si no tenemos la gracia, el mejor de los dones, es culpa nuestra y no suya: él nos habría reunido y nosotros no.

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