Es mejor escuchar la reprensión de los sabios que, aunque causan algún dolor, con frecuencia trae gran beneficio, incluso reforma, y ​​salvación tanto de la destrucción temporal como de la eterna; que el cántico de los necios, sus halagos o alegres discursos, que son tan agradables para corromper la naturaleza como los cánticos o la música. Porque como el crepitar de las espinas que, por un tiempo, hacen gran ruido y arden, pero luego se apagan; Así es la risa de un necio Tan desvanecida e infructuosa.

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