A sus veintitrés díasQue fue superior a dos meses después del anterior decreto. Durante todo ese tiempo, Dios permitió que los judíos yacieran bajo el terror de este terrible día, para que pudieran ser más completamente humillados y limpiados de esos muchos y grandes pecados bajo los cuales se encontraban, para que pudieran estar convencidos de su gran pecado y Locura, al descuidar las muchas ofertas y oportunidades que habían tenido de regresar a su país natal, y al ejercicio libre y público de la verdadera religión, que no se podía tener en ningún otro lugar sino en Jerusalén, por lo que ahora, estando dispersos en el varias partes de este vasto dominio, deben ser presa muy fácil para sus enemigos, mientras que sus hermanos en Judea estaban en una mejor capacidad para preservarse; que sus enemigos más maliciosos e inveterados pudieran tener la oportunidad de encontrarse a sí mismos en su ruina, como lo demostró el evento; y para la mayor ilustración del glorioso poder, sabiduría y bondad de Dios al dar a su pueblo una liberación tan admirable e inesperada. Y Dios ordenó las cosas de tal manera que esta carta debía enviarse a su debido tiempo, antes de que fuera demasiado tarde; porque aún faltaban cerca de nueve meses antes del día señalado.Y fue escrito a los judíos para que comprendan su libertad y se animen a usarla en su propia defensa. Y a los gobernantes de las provincias, que lo publicaran y lo distribuyeran por todas partes, para que tanto ellos como los demás se dieran cuenta del agrado del rey y de su bondad para con los judíos.

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