Judá dijo: Sácala y que sea quemada. Algunos han inferido de esto que los padres tenían entonces el poder de la vida y la muerte sobre sus hijos. Pero de ser así, es probable que hubiera ocurrido y hubiera aparecido en el expediente algún caso en el que efectivamente se ejerciera tal poder. Parece muy improbable que Judá tuviera tal poder, al menos sobre ella, que era cananea y que no estaba en la casa de él, sino en la de su propio padre. Probablemente solo quiso decir: Llevadla ante el magistrado, de quien podrá recibir su sentencia y merecido castigo, como persona culpable de adulterio, (habiendo sido desposada con Sela), un crimen anteriormente castigado con la muerte por las leyes de Dios, y de diversas naciones. Ver Deuteronomio 22:23 ; Jeremias 29:22. Este afán de Judá, sin embargo, procedió no de celo por la justicia, porque entonces no habría tratado de destruir al niño inocente con la madre culpable, pero a partir de los procedimientos del mundo, a fin de tomar su fuera del camino a quien veía como una vergüenza y carga para su familia. Pero tal vez, aunque pronunció esta severa sentencia en el calor de su pasión, no habría instado a ponerla en ejecución; o, como algunos piensan, quemarla podría significar nada más que marcarla en la frente para denotar que es una ramera.

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