Y Judá les reconoció. Su conciencia culpable y el horror de un hecho tan atroz, junto con la sorpresa repentina, lo obligaron a hacer una confesión inmediata e ingenua. Ella ha sido más justa que yo. Esto dice él, porque había quebrantado su palabra con ella al retenerle a Sela, que le había prometido; que había mantenido su fe en él y había vivido honestamente como viuda; además, ella lo había cometido por deseo de tener un hijo, él para satisfacer su lujuria. Sin embargo, ella era más culpable que él en otro aspecto, por haber cometido adulterio e incesto a sabiendas, cuando él no diseñó ninguno. Y no volvió a conocerla más, mostrando así la sinceridad de su confesión, abandonando el pecado confesado, única forma segura de demostrarlo.

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