Y Judá los reconoció, no pudo evitar reconocerlos, y dijo: Ella ha sido más justa que yo, porque no se la entregué a Sela, mi hijo. Ese fue el resultado de no haber cumplido su palabra a Tamar: engaño, prostitución, incesto. Al lograr obtener hijos del propio Judá, Tamar se había vuelto culpable de un gran pecado, pero su culpa era menor que la de Judá. Y no volvió a conocerla más; fue una lección para él para conquistar los deseos de su carne y luchar contra el pecado en todas sus formas con mayor seriedad.

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