26. Y Judá los reconoció. El reproche abierto de Tamar procedió del deseo de venganza. Ella no busca una entrevista con su suegro, con el fin de apaciguar su mente; pero, con un desprecio deliberado de la muerte, ella lo exige como el compañero de su destino. Que Judá reconozca inmediatamente su culpa, es una prueba de su honestidad; porque vemos con cuántas falacias casi todos suelen cubrir sus pecados, hasta que son arrastrados a la luz, y todos los medios para negar su culpa han fallado. Aquí, aunque no hay nadie presente que pueda extorsionar una confesión, por la fuerza o amenazas, Judah voluntariamente se agacha para hacer una, y se lleva la mayor parte de la culpa. Sin embargo, al ver eso, al confesar su culpa, ahora está en silencio respetando el castigo; Por lo tanto, inferimos que aquellos que son rígidos al censurar a los demás, son mucho más flexibles al perdonarse a sí mismos. En esto, por lo tanto, debemos imitarlo; que, sin estante o tortura, la verdad debe prevalecer hasta ahora con nosotros, que no debemos avergonzarnos de confesar, ante el mundo entero, esos pecados con los que Dios nos acusa. Pero debemos evitar su parcialidad; no sea que, mientras somos duros con los demás, debamos ahorrarnos. Esta narración también nos enseña la importancia de no condenar a nadie sin escuchar; no solo porque es mejor que el inocente sea absuelto que una persona culpable debe perecer, sino también porque una defensa saca a la luz muchas cosas, que a veces hacen necesario un cambio en la forma de juicio.

Ella ha sido más justa que yo. La expresión no es estrictamente apropiada; porque no simplemente aprueba la conducta de Tamar; pero habla comparativamente, como si dijera, que él había estado, injustamente y sin causa, enojado contra una mujer, de quien él mismo podría haber sido acusado. Además, por el resultado, parece cuán tarde el mundo procede a imponer castigos por crímenes, donde ninguna persona privada puede vengar su propia lesión. Se había cometido un crimen atroz y horrible; Mientras Judá se creía agraviado, siguió adelante con vehemencia y se abrió la puerta del juicio. Pero ahora, cuando se retira la acusación, ambos escapan; aunque ciertamente era deber de todos levantarse contra ellos. Sin embargo, Moisés insinúa que Judá era sinceramente penitente; porque "él conocía" a su nuera "otra vez no más". También confirma lo que he dicho antes, que por naturaleza los hombres están imbuidos de un gran horror ante semejante crimen. ¿De dónde surgió que se abstuvo de mantener relaciones sexuales con Tamar, a menos que juzgara naturalmente, que era infame que un suegro estuviera conectado con su nuera? Quien intente destruir la distinción que dicta la naturaleza, entre lo que es base y lo que es honorable, se involucra, como los gigantes, en una guerra abierta con Dios.

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