Pedro y Juan sintiéndose animados en esta ardua circunstancia con un celo valiente, que no les permitiría callar, no fuera que ese silencio se interprete como una promesa de abandonar el ministerio; respondió: Si es justa o justa; a los ojos de Dios, ante quien todos somos responsables; para escucharte Es decir, para obedecerte; más que Dios, juzgadNo podéis dejar de saber en vuestra propia conciencia de qué lado está la obligación superior; y, por tanto, debe esperar que actuemos en consecuencia. Como estos gobernantes profesaban creer en el ser y las infinitas perfecciones de Dios, deben, según sus propios principios, ver fácilmente lo absurdo de esperar obediencia a sus mandamientos de hombres buenos, que se creían comisionados divinamente. ¿No fue con el mismo espíritu que Sócrates, cuando lo condenaban a muerte por enseñar al pueblo, dijo: “Oh atenienses, os abrazo y os amo, pero obedeceré a Dios antes que a vosotros; y si me perdonaras la vida con la condición de que dejara de enseñar a mis conciudadanos, moriría mil veces antes que aceptar la propuesta ". Porque no podemos dejar de hablar , etc.

Porque aunque los respetamos como nuestros gobernantes civiles y estamos dispuestos a obedecerles de todo corazón, en la medida en que nos sea lícito, no obstante, dado que Dios nos ha encomendado la publicación de este importante mensaje, del cual depende la salvación eterna de los hombres, no te atrevas a estar callado; y por lo tanto somos libres de decirles que debemos hablar las cosas que hemos visto y oído, que Dios ha manifestado de una manera tan milagrosa, y que nos ha encargado que declaremos.

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