Diré a Dios: No me condenes en hebreo, אל תרשׁיעני, al tarshigneeni, No me declares malvado; como hacen mis amigos; ni me trates como tal, como confieso que puedes hacerlo, por tu soberano poder y con rigurosa justicia: Oh, descubre mi integridad quitando este golpe, por el cual mis amigos me condenan. Por tanto, para qué fines y razones, y por qué pecados; porque no soy consciente de ningún pecado peculiar por el que haya merecido ser el más miserable de todos los hombres. Cuando Dios aflige, contiende con nosotros; cuando contiende con nosotros, siempre hay una razón para ello. Y es deseable saber cuál es esa razón, para que podamos abandonar cualquier cosa por la que él tenga una controversia con nosotros.

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