Tu boca pronuncia tu iniquidad. Tus palabras descubren la malicia de tu corazón, y justifican mi acusación contra ti, para que rechaces el temor, etc. Tú eliges la lengua de los astutos. Hablas con maldad y astucia: Tú cubres tus principios impíos con justas pretensiones de piedad y respeto por Dios, con las que te esfuerzas por engañar a los hombres. Tu propia boca te condena. Mi condenación de ti se basa en tus propias palabras.

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