Que las estrellas de su crepúsculo , etc. Que adornan los cielos con tanta belleza y brillo, nunca se verá esa noche. Que busque luz, pero no la tenga. Que espere con la mayor impaciencia algún refrigerio agradable de las densas y pesadas nubes que se ciernen sobre él; pero que no aparezca el menor grado de luz; ni que vea el amanecer del día, ni que perciba el menor destello de esos rayos brillantes que, con tanta rapidez, brotan del sol naciente.

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