Estaban asombrados de que los tres amigos de Job permanecieran mudos, como personas asombradas, sin saber qué responder a sus argumentos y maravillados por sus afirmaciones audaces y confiadas sobre su integridad y su interés en el favor de Dios, bajo tan terribles y manifiestas señales como ellos pensaban, del justo disgusto de Dios contra él. No respondieron más, aunque Job les dio justa ocasión para refutarlo y reprenderlo por sus discursos destemplados y sus expresiones presuntuosas e irreverentes acerca de Dios. Cuando esperé, no hablaron , etc. Lo que repite como algo extraño e irrazonable, que debían callar cuando tenían la obligación de hablar por la vindicación tanto de la justicia de Dios como de su propia verdad y reputación.

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