Mientras hablaba estas palabras, muchos creyeron en él Creyeron que él era el Mesías y estaban fuertemente inclinados a seguirlo como tal. Algunos han supuesto que la ambigüedad de la expresión, en Juan 8:28 , ( Cuando has levantado al Hijo del hombre,) indujo a aquellos de los que se habla aquí a creer que él era el Mesías; suponiendo que insinuara una exaltación a alguna autoridad y poder temporal. “Al oírlo hablar”, dice el Dr. Macknight, “de un reino temporal, como suponían, empezaron ahora a pensar que albergaba algunos sentimientos dignos del Mesías; y por eso lo reconoció como tal ". Pero seguramente es mucho más razonable suponer, a partir de la afirmación del evangelista de que creían en él, sin dar ningún indicio de que su fe era errónea en ningún aspecto, y especialmente de lo que Jesús les dice en el siguiente versículo, que realmente tenían sintieron su corazón impresionado con lo que escucharon de él en el discurso anterior, y fueron inducidos a creer en él con una fe verdadera y salvadora, por la dignidad y fuerza que acompañaron sus palabras en esta ocasión.

Entonces Jesús, conociendo la debilidad de la naturaleza humana, el engaño del corazón humano y las dificultades que encontrarían si intentaran actuar de acuerdo con sus inclinaciones y propósitos presentes; dijo a los que creían en él y estaban ahora dispuestos a profesar su fe; Si continúan en mi palabra, continúen atendiendo mis instrucciones, y crean y obedezcan; entonces sois en verdad mis discípulos y finalmente os reconoceré como tal; y conoceréis la verdad. Toda la verdad comprendida en mi evangelio, en la medida en que sea necesaria o conducente a vuestra salvación, o santidad, utilidad o consuelo; y la verdad te hará libreTe pondré en posesión de ese estado de gloriosa libertad del que mis discípulos tienen el privilegio de disfrutar. Nuestro Señor quiso decir que las instrucciones de su palabra, acompañadas de la iluminación de su Espíritu, eliminarían sus prejuicios, corregirían sus errores, ampliarían sus puntos de vista y, al darles la plena seguridad de que entendían la doctrina del evangelio, se dispersarían. sus dudas, traen satisfacción, paz y serenidad a sus mentes; y también que los libraría de la esclavitud del pecado y de Satanás, del amor al mundo, de los deseos de la carne y de todas sus consecuencias; e incluso del yugo de la ley ceremonial, bajo la cual gemían en la actualidad, del espíritu de servidumbre y del atormentador temor a la muerte.

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