Percibí que Dios no lo había enviado en parte al considerar la naturaleza pecaminosa y las consecuencias perniciosas de este consejo; en parte por la sugerencia del Espíritu de Dios, cuya dirección busqué en este asunto; y en parte por el evento, que manifestó que no existía tal peligro por la aproximación del enemigo como se pretendía.

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