Hijo mío, dame tu corazón. Recibe mis consejos con todo tu corazón; Puesto que los antiguos estiman que el corazón es la sede de los afectos, puede entenderse debidamente que Salomón exhorta a sus discípulos a abrazar su doctrina y sus mandamientos con el más cálido afecto, y reducirlos a la práctica sin desgana ni demora; y que tus ojos observen mis caminos. Que tu mente considere seria y prácticamente los caminos que te prescribo. O, más bien, Dios está aquí hablando por medio de Salomón, y diciendo a cada verdadero hijo suyo: Hijo, hija, dame tu corazón.Ciertamente, el corazón es lo que Dios especialmente requiere y pide de cada uno de nosotros; cualquier cosa que demos, si no le damos nuestro corazón, no será aceptado: debe ser el objeto principal de nuestro amor.

Nuestros pensamientos deben detenerse en él; y en él, como nuestro principal bien y fin supremo, deben depositarse nuestros más fervientes afectos. No debemos pensar en dividir nuestro corazón entre él y el mundo: él tendrá todo el corazón o ninguna parte de él. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad