El que confía en su propio corazón, en su propia sabiduría y consejos, en su propia fuerza y ​​suficiencia, en su propio mérito y rectitud, o en la buena opinión que tiene de sus propias habilidades, naturales o adquiridas, descuidando o despreciando los consejos de otros, o el consejo de Dios; es un necio y recibirá la recompensa de su necedad, a saber, destrucción. Pero cuyo ande sabiamente Desconfiando de su propio juicio, y buscando el consejo de los demás, y especialmente de Dios, como lo hacen todos los hombres verdaderamente sabios; será librado de esos peligros y males que los necios traen sobre sí mismos; por lo que se muestra a sí mismo como un hombre sabio.

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