El Señor ha hecho grandes cosas por nosotros. Y seríamos muy ingratos si no lo reconociéramos con gratitud y no lo alabáramos por los beneficios singulares, que excitan incluso el asombro de los extraños; porque el Señor no solo ha restaurado nuestra libertad, sino que ha manifestado la grandeza de su poder al afectar esta nuestra liberación; de lo cual nos alegramos, que justamente nos llena de gozo y triunfo.

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