Sus días consumió en vanidad en tediosas e infructuosas marchas de aquí para allá, a veces hacia adelante y otras hacia atrás, que sabían que nunca los llevarían, en sus propias personas, a su prometida y muy deseada tierra; y sus años en problemas en múltiples enfermedades, peligros y perplejidades. En tal vanidad y angustia fueron condenados, por un destino irreversible, por su incredulidad, desconfianza en Dios, sus murmuraciones y rebeliones contra él, sus idolatrías y otros pecados, a gastar treinta y ocho tediosos años en ese desierto, que de hecho fueron consumadoen él: porque en todos esos años no se dio un paso más cerca de Canaán, ni un solo golpe hacia la conquista de ella. Observe, lector, aquellos que todavía pecan deben esperar estar en problemas todavía; y la razón por la que pasamos nuestros días en tanta vanidad y problemas, por la que vivimos con tan poco consuelo y con tan poco propósito, es porque vivimos en el pecado o no vivimos por fe.

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